domingo, 20 de febrero de 2011

Carne de mi carne.

No hay motivo que justifique lo extraño que somos. Consientes de nuestro entorno, desechamos rápidamente la compasión mordiendo la carne.
Seres de carne y hueso, qué diferencia hay si nos comemos entre nosotros mismos?
Dobles discursos argumentan el delito que se comete cada día en nuestras mesas, unos les llaman supervivencia otros citan teorías selectivas, continuando aun así el ritual, devotos a sus convicciones.
Siendo puercos humanos, seguimos viviendo esta utopía de hacerlo bien como especie, caníbales de naturaleza, vidas, razas, traspasamos el legado para nuevas generaciones, los cuales terminaran con nuestra misión.
Creamos e intentamos de darle vida a lo que moldeamos, aunque todo tiene el mismo resultado, destrucción.
Destrucción! palabra inventada por el hombre para darle sentido a: inutilización total o desaparición de algunas cosas, también para ruina, asolamiento o algún desperfecto grande.
Todo lo que tocamos muere, no me parece extraño que lo próximo seamos nosotros como especie, no quiero entregar un mensaje de paz o de que podemos cambiar, un árbol torcido ya maduro vivirá así toda su vida, es su naturaleza. Lamentablemente encuentro que somos despreciables y me provocan asco, a la vez amo la vida y intento de conservarla, a esto me refiero con los dobles discursos, pero aun así creo que la única forma que se mantenga un equilibrio natural es que la raza humana se extinga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario